Está más que comprobado a día de hoy que llevar una vida activa mejora la salud, el bienestar y la calidad a cualquier edad. Además, permite vivir más tiempo de forma independiente y ayuda a prevenir las enfermedades crónicas y mentales, como la depresión.
En la infancia y la adolescencia llevar una vida activa favorece el crecimiento y la aceptación del cuerpo. En los jóvenes y adultos mejora la salud física y mental y en las personas mayores contribuye al envejecimiento saludable.
Por eso incorporar a nuestra vida cotidiana algunas actividades sencillas como caminar, subir escaleras, correr, jugar, bailar, montar en bicicleta, nadar, etc… nos ayudan a sentirnos bien y mejoran nuestra salud. Y si, además, realizamos un deporte constante dirigido por profesionales especializados, conseguiremos resultados todavía más potentes.
Huir del sedentarismo
El objetivo principal a cualquier edad es huir del sedentarismo y la inactividad física. Esto incluye cualquier actividad que requiera poco movimiento y un gasto energético bajo. Por ejemplo, estar sentado delante de la televisión, jugar a vídeojuegos, utilizar el portátil, la tablet, desplazarse en coche…
Un adulto es inactivo si realiza menos de 2 horas y media de actividad física moderada a la semana. En el caso de niños y adolescentes, son inactivos si realizan menos de una hora al día de actividad física moderada o vigorosa.
La inactividad física tiene consecuencias perniciosas en nuestra salud. Se sabe que es el cuarto factor de riesgo de mortalidad más importante del mundo, sólo por detrás de la hipertensión, el consumo de tabaco y la hiperglucemia.
Antes de empezar a hacer un ejercicio físico, tenemos que pensar cómo de activos somos, cuánto tiempo permanecemos sentados y cuál es nuestra condición física.
Tipos de actividades físicas
Se pueden realizar diferentes tipos de ejercicios en función de nuestra edad y condición física:
- Aeróbicos. Andar a paso ligero, correr, montar en bici o nadar son beneficiosos porque mueven grandes grupos musculares y activan el corazón y los pulmones que tienen que transportar oxígeno a todo el cuerpo.
- Tonificación muscular. Ejercicios de fuerza para fortalecer los músculos como máquinas y aparatos de los centros deportivos, saltar, subir las escaleras…
- Mejora ósea. Los ejercicios que son beneficiosos para los huesos suelen tener impacto contra el suelo como correr o saltar. Son recomendables en la infancia y la adolescencia porque son etapas de crecimiento óseo. También son beneficiosos en la edad adulta para prevenir osteoporosis.
- Flexibilidad. Estos ejercicios mejoran la movilidad de las articulaciones y la extensión de los tendones y ligamentos. Por ejemplo, los estiramientos suaves, el yoga, el pilates o las artes marciales.
- Equilibrio y coordinación. Vienen perfectos para evitar las caídas en las personas mayores, por ejemplo, el yoga, el baile suave, el pilates, el taichí…
Beneficios del ejercicio según la edad
Si se adquiere la costumbre de llevar una vida saludable durante la niñez, estos hábitos suelen perdurar hasta la edad adulta. El ejercicio físico ayuda a los más jóvenes a:
- Desarrollar de forma sana su cuerpo.
- Aumentar la coordinación y el control de los movimientos.
- Incrementar el rendimiento escolar porque mejora la memoria, la concentración y disminuye la ansiedad.
- Mejorar la autoconfianza.
- Favorecer la integración en el grupo.
- Fomentar las relaciones sociales positivas.
- Prevenir el consumo de tabaco, de alcohol, de otras drogas y tóxicos.
- Educar en valores porque fomenta el esfuerzo, la amistad y el espíritu de equipo.
En la edad adulta llevar una vida activa mejora la salud y el bienestar, además de favorecer un envejecimiento saludable y prevenir problemas de salud:
- Alivia el estrés, reduce los síntomas de ansiedad, y mejora la calidad del sueño.
- Reduce el riesgo de depresión.
- Ayuda a controlar el peso corporal.
- Previene enfermedades musculares y osteoporosis.
- Reduce la tensión arterial.
- Reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, cáncer de mama y colon.
- Mejora la evolución de algunas enfermedades crónicas como la hipertensión, la diabetes, la hipercolesterolemia y la obesidad.
La evidencia médica demuestra que las personas mayores físicamente activas presentan:
- Mejor condición física y más autonomía.
- Mejor funcionamiento del sistema cardiorrespiratorio y muscular.
- Menor riesgo de caídas.
- Menor riesgo de padecer cardiopatía coronaria, hipertensión, accidentes cerebrovasculares, diabetes de tipo 2, cáncer de colon, cáncer de mama y depresión.
- Mejor capacidad de concentración y de memoria.
- Mejor calidad y esperanza de vida.
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